Menos mal que con los rifles no se matan las palabras

sábado, 23 de octubre de 2010

El impresionismo y introducción al modernismo y el grupo del 98

No recuerdo exactamente qué día empezamos a hablar de estos dos movimientos, aunque sí que recuerdo que tenía un hipo muy sonoro y que no podía parar de reír debido a eso. Por más que lo intentaba, siempre volvía, y perdí el inicio de la clase.

Pasamos la primera parte de la clase hablando de los distintos movimientos que surgieron después de la crisis finisecular, y Mari Carmen nos pasó unos vídeos de cuadros impresionistas, que a mi siempre me han encantado. Creo que es una forma más bonita de ver el mundo. Reproducir las imágenes sólo por su luz, pintar sin usar la línea, simplemente con pinceladas gruesas que producen esa sensación de luz y de sombra, esa sensación de que los árboles se mueven debido a la brisa y que, si miras un rato más las figuras empezaran a moverse.

La crisis finisecular explicada en la entrada anterior provocó un cambio en la mentalidad de la gente. En general, el ambiente que se respiraba en la España de la época era de desorden, de no saber muy bien qué estaba pasando. Empezaron a leer filosofía, autores como Nietzsche y Schopenhauer (autor que ese mismo día habíamos comentado en clase de filosofía debido a su pensamiento pesimista del mundo) y todo lo que antes se daba por supuesto empezó a cuestionarse.

En esa España tan decaída hubo dos reacciones muy marcadas; la euforia y el pesimismo. A partir de ahí nacieron dos grupos sociales, dos movimientos artísticos: el Modernismo y el grupo del 98 (que no generación, ya que una generación es todo el grupo de gente que ha nacido en un cierto tiempo, pero hay gente de esta generación que no pertenece a este grupo).

No sólo eran dos grupos sociales, sino que eran dos formas distintas de vivir la vida; los modernistas vivían la vida nocturna, los lujos y el desenfreno mientras que los del grupo del 98 se lamentaban por la pérdida del orgullo español, ya que una potencia infravalorada los había ganado.

Como ya comentamos anteriormente, Francia era la principal potencia cultural de Europa durante el siglo XVIII, y empezó ahí a nacer un nuevo movimiento, el impresionismo, que jugaba con la luz para crear los colores y que no definía nada. Los pintores usaban pinceles gruesos para insinuar las formas, y mezclaban los colores para crear impresiones (de ahí el nombre).

Como muchos movimientos, el impresionismo nació porque muchos pintores no querían pintar las cosas de una forma tan clásica, querían dar rienda suelta a su imaginación. No querían pintar líneas ni reproducir la realidad exactamente, solamente estaban interesados en pintar la luz.

Como nadie les hacía caso, crearon su propia exposición en el 1874, que duró del 15 de abril hasta el 15 de mayo, y aunque no recibieron muy buenas críticas, se dieron a conocer.

Monet - Campos de amapolas

Así pues, corría por Europa una sensación de cambio, una corriente que influía en todos los campos artísticos, y aproximadamente unos cuatro años más tarde empezó en España el modernismo, que, como ya hemos dicho antes, desbordaban positivismo y desenfreno.

Todo este cambio, junto a la técnica impresionista de no definir las cosas y sólo insinuarlas son algunas de las características que veremos más tarde al hablar de Pío Baroja, autor de "El árbol de la ciencia".


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