Menos mal que con los rifles no se matan las palabras

lunes, 27 de diciembre de 2010

Renovación del grupo del 98

Es un tema que tratamos muy por encima, pero me llamó la atención, así que entre mis apuntes y alguna que otra búsqueda en Internet, ahí van los cambios que hacen nuestros amigos del 98 cuando llega el siglo XX.

Cuando llegó el siglo XX, los escritores del 98 empezaron a cambiar un poco sus puntos de vista. Hay cuatro novelas fundamentales donde podemos ver esos cambios:
  • La voluntad, de Azorín
  • Camino de perfección, de Baroja
  • Amor y pedagogía, de Unamuno
  • Sonata de otoño, de Valle Inclán
Las características comunes de estos cuatro libros que encabezan la renovación de estilo del 98 son que la historia pierde relieve, la trama ya no es tan importante. Ganan el discurso y el contenido. Fragmentan sus novelas como si hicieran cuadros de la percepción de sus protagonistas, de manera que el tiempo de sus novelas ya no es continuo sino que se va cortando durante toda la historia. Empiezan a dramatizar sus personajes, a teatralizarlos, intentar que sus personajes sean seres vivos que puedan comunicarse con el lector. Tienden a representar lo que sienten y lo que perciben como si ellos mismos dialogaran.
Por último, el lenguaje, que es totalmente anti-retórico, sencillo y breve. No usan más palabras de las que necesitan, y son concisos en su uso.

Aún así, la característica más destacable es el punto de vista del narrador. Hasta ese momento sólo había dos tipos de narradores: el interno, donde el narrador era el propio protagonista y hablaba en primera persona, por lo que sabía todo lo que pasaba y todo lo que pensaban los personajes y el externo, que se limitaba a plasmar los hechos como un simple observador, y es a partir de ahí que el narrador hace una fusión de los dos tipos. Aunque no es un personaje que forme parte de la trama, sabe todo lo que está ocurriendo desde el punto de vista del protagonista, como si el escritor de hubiera fusionado con el personaje. Asume su vocabulario, su percepción y se convierte en un "no personaje autónomo". El narrador se bara, deja de saberlo todo para meterse en la piel del protagonista y comportarse como él.

Séptima parte. Fin de la lectura y otro punto de vista del 98

Sé que Séptima parte. Fin de la lectura y otro punto de vista del 98 es un título muy largo para una sola entrada, pero la verdad es que en una sola clase tratamos muchos temas, ya que hablamos de la última parte, del libro en general y de otro punto de vista del 98 que a mi me interesó mucho.
Me había perdido una o dos clases (no lo sé exactamente) debido al viaje a las tierras de la lejana Índia, así que los primeros días estaba un poco perdida.
Intentaré explicar más o menos los temas que tratamos.

La primera frase que se me ocurrió al intentar analizar el final del libro es que Andrés Hurtado no quiere tener descendencia porque no quiere que su hijo viva en esa España que le parece tan penosa.
Cuando Andrés y Lulú se van a vivir juntos, vemos que el protagonista es un hombre avanzado a su época, ya que nada de lo que hace es normal en ese momento aunque ahora lo veamos muy común.
Primeramente, la forma de organizar su piso, con la máxima luz natural posible, espacios abiertos, escasa decoración y muebles innecesarios es el concepto que tenemos nosotros de casa moderna, higiénica, iluminada.
Además, no ir a vivir a casa de los padres o que los padres de uno de la pareja se trasladaran a vivir con ellos no era nada habitual, pero Andrés sabe perfectamente que la presencia de la madre de Lulú en su vida del día a día le va a cortar la reciente libertad que ha adquirido, que no le va a dejar respirar esa paz que tanto anhela.
Aún así, la naturaleza de Andrés le conduce al pesimismo siempre que puede, con lo cual es imposible hacer duradera esa felicidad que tanto le ha costado conseguir. Entiende demasiado, observa mucho y sabe tanto que el conocimiento y la inteligencia que posee le llevan a ver una visión negra y triste de la vida, y, como es tan negativo, parece que la mala suerte le persiga a todos lados.
Hoy en día, a Andrés lo cualificaríamos de depresivo, aunque por aquél entonces este término no se usaba con este significado.

A partir de aquí, el tema cambió por completo. Leímos una serie de artículos sobre el fin de lectura del árbol de la ciencia. Muchos de ellos eran simples opiniones o ampliaciones de como Baroja abría la literatura hacia otro mundo. Pero hubo uno que me llamó en especial la atención, una crítica hecha por Germán Gullón que hablaba de Baroja como yo no había oído antes.

Con la novela de Baroja, en donde el protagonista y el escritor son tan similares, vemos que Pío Baroja era también muy pesimista. Aunque es verdad que España no pasaba su mejor momento, no estaba tan mal. Él, que era de familia rica, era el que más se quejaba de la pérdida de las colonias y, sin embargo otros que estaban en peor situación no decían nada.
Mientras todos los jóvenes hacían el servicio militar e iban a combatir, él se escaqueó con sus contactos, y, aún así se consideraba defensor de la patria i creía que sólo él y los noventayochistas se preocupaban por España.
Además, incluía en sus novelas principios de la regeneración, aunque estaban completamente fuera de lugar, ya que este movimiento había surgido por y para la restauración. Así pues, los idealismos que defendía ya no tenían razón de existir, eran simple palabrería.
Depende del punto de vista, podríamos decir que Baroja era un pequeño burgués ofendido porque España perdía sus colonias mientras los otros países las ampliaban, de manera que su país quedaba en ridículo delante de las potencias europeas. No es que sintiera tan hondo el nacionalismo español que sufriera cada golpe que le daban a su patria, sino que simplemente envidiaba a los otros países y se resentía de que España no fuera así. Tal como un niño mimado.

Aún así, Baroja negaba esta visión, aunque la verdad es que al grupo del 98 no les interesaba el 98.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Análisi de la sexta parte.

La verdad es que no me gustan los esquemas, y la clase entera se basó en hacer un esquema enorme en la pizarra, que me miraba ahí quieto, tal como monstruo amenazador de color blanco sobre fondo verde. La verdad es que miento cuando digo que no me gustan los esquemas, ya que son una herramienta de trabajo buenísima para recordar conceptos. Me corrijo: no me gustan los esquemas que no hago yo, ya que me cuesta mucho eso de seguir las líneas para unir conceptos, y muchas veces me pierdo entre flecha y flecha, con mi especial facilidad para desconectar del mundo entero y perderme en el laberinto de mi imaginación.
Supongo que ese día el monstruo era demasiado grande como para ignorarlo y afrentarlo luego en casa, con más tranquilidad, así que, con un sobreesfuerzo, concentré mis fuerzas en abatir al ser malvado y, milagrosamente, no resultó ser tan difícil.




La vuelta a Madrid de Andrés Hurtado no es más que la confirmación de la decadencia de España. Todo lo que hace Andrés parece conducirle al sufrimiento, como si la única forma de ser feliz fuera la ignorancia, como si la única forma de escapar de la triste situación fueses marcharse del país, igual que hace Fermín Ibarra, para encontrar mejores situaciones en Europa.

Se respira en cada momento la necesidad de un cambio, de alguna cosa que cambie la actitud de los españoles del momento.

La pérdida de las colonias de Cuba no hace más que confirmar el desprecio que siente el español por su propia cultura ya que, aún y siendo claro que España perdería la guerra, todo el mundo creía todavía en esa España gloriosa que conquistó tierras lejanas y, al perder (y eso es aún peor) nadie dice nada y actúan como si nada hubiera pasado, con esa actitud conformista que tanto odia Andrés.

Aún así, todavía hay una pequeña esperanza en el corazón de Andrés, que la podemos ver en Lulú. En ella por fin vemos el espíritu práctico de Iturrioz llevado a la acción: consigue la felicidad de su hermana arreglando un matrimonio y además sale enormemente beneficiada, pudiéndose autosostener y autorealizarse profesionalmente.

Hay otra conversación entre Andrés y su tío interesante en esta parte, donde Iturrioz defiende que todo aquél que no pueda garantir una vida digna a sus hijos no debería tener descendencia, ya que darle a tus hijos la vida para que tengan que sufrir es una aberración.
Es una posición que no cuadra exactamente con la personalidad de Iturrioz, tan práctico, pero también podemos ver que sus pensamientos sí que encajan con su espíritu liberal, con toda esa historia de la compañía del hombre, que debería dar los valores adecuados a aquellos que quisieran escucharlos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Pequeño resumen de la sexta y la séptima parte

En la misma situación que la entrada anterior.

Andrés vuelve a Madrid justo en el momento en que empieza la guerra contra las colonias americanas. Se vive en la ciudad un espíritu vencedor, todo el mundo cree que España ganará, pero resulta que pierden, y de mucho, tal como había dicho Iturrioz, y todo el mundo olvida rápidamente el tema.

Un día Andrés se dirige a casa de su tío para hablar de su experiencia en Alcolea, y la conclusión que saca Iturrioz es que la naturaleza da espíritu de miserable al pobre y espíritu de rico al rico, de manera que nadie se pregunta el porqué de su condición.

Se encuentra a Fermín Ibarra, que le cuenta que se va a trabajar fuera de España, donde le han comprado todos sus inventos y le pagan por investigar todo aquello que los españoles han despreciado.

También se encuentra con su viejo amigo Montaner, que consiguió sacarse la carrera a duras penas, que le habla de Aracil, su otro compañero de universidad, que un día de ayudó y trabajaron juntos pero que cuando le interesó se asoció con otro que tenía más dinero y le dejó colgado. Le cuenta también que prostituye a su mujer con tal de poder ganar dinero y los favores de sus socios.

Un día ve a Lulú, quien le pone al día de nuevo: Julio Aracil había dejado a su hermana Niní, pero Lulú se las arregló para casarla con Prudencio, con quien era bastante feliz. Además, este, como muestra de agradecimiento, le había puesto una tiendecita a Lulú para que pudiera ganarse la vida dignamente confeccionando gorritos para recién nacidos.

Gracias a un amigo de su padre encuentra trabajo como médico de higiene, trabajo que no le gusta para nada, en el que tiene que visitar burdeles para dar el alta a las prostitutas. Al principio intenta ejercer como dios manda, pero luego ve que es imposible y empieza a hacer la vista gorda. Le llegan cartas de desesperadas prostitutas que le piden que les ayude, aunque él no puede hacer nada.
Cuando va a visitar los prostíbulos, ve que los clientes acostumbraban a ser señoritos de buena clase, cosa que le hace pensar que la clase alta se está preparando para dominar a la clase más pobre.

Un día le cuenta sus inquietudes a Lulú, a quien visita a menudo en la tienda de confección, y esta le convence para que deje el trabajo, a lo que Andrés se encuentra trabajando en la Esperanza, un hospital de pobres que aún encoleriza más a Hurtado y aumenta su instinto antisocial. Lo único que le tranquiliza son la visitas a Lulú de los domingos, cuando va a pasear con ella y su madre.

En estas que un día va a atender a un pobre que resulta ser Villasús, el pobre poeta que se creía artista, y a los pocos días este muere, a lo que todos los amigos bohemios de Villasús acuden y dicen que quizás su amigo todavía sigue vivo.

Después de largas charlas sobre el amor con Lulú, donde Andrés explica que el amor no es más que un disfraz que hace la necesidad de reproducción de los humanos, un día Hurtado siente la necesidad real de irla a visitar, y ahí se le declara y la besa, y ella le dice que se enamoró de él el primer día en que le vió.

Así pues, Andrés a a ver a su tío Iturrioz a pedir consejo, contándole su situación sin explicarle que es él de quien habla. El tío le dice que si es un hombre fuerte, que se case y tenga hijos, y que si no lo es, que se case, pero que no tenga hijos, ya que dice que procrear para no poder dar una vida digna a los hijos es la cosa más cruel que hace la humanidad. Así pues, Andrés le dice que va a casarse.

Andrés y Lulú se casan por la iglesia, ya que es así como quiere ella, y Iturrioz le consigue un trabajo como traductor de artículos científicos a nuestro protagonista. Se van a vivir juntos y Andrés se niega a que Dña. Leonarda viva con ellos, aunque cogen a Venacia para que les ayude con la casa.

La distribución de la casa no es nada normal, ya que Andrés quiere que sea muy higiénica y que tenga tanta luz natural como sea posible, y que el espacio no se ocupe con cosas innecesarias. Cada vez está más a gusto, y la pareja es absolutamente feliz, aunque Andrés vive en tanta paz que tiene mucho miedo a perder la tranquilidad que ha conseguido.

Y, efectivamente, Lulú empieza a deprimirse porque no tienen hijos, y está tan triste que Andrés está todo el día angustiado y no puede disfrutar de su tranquila vida. Un día Lulú le dice que está embarazada, y eso angustia más a Andrés, ya que se considera a si mismo un ser débil e indigno de tener hijos, ya que no quiere llevar al mundo seres que vean lo mismo que ha visto él, y empieza a tomar morfina para calmar los nervios.

Durante el parto, hay una complicación con el cordón umbilical y el bebé nace muerto. Lulú, por la pérdida de sangre, muere en tres días, y cuando van a buscar a Andrés para ir al entierro le encuentran muerto en la cama, porque se ha suicidado envenenándose.

Terminé la última página y giré el libro para releer la portada. El traqueteo del coche empezaba a hacer mella en mi cuerpo, encogida entre las maletas en una posición amorfa, intentando encontrar una postura óptima para poder cerrar los ojos. Ahora que Andrés descansaba en paz podía dormir.



Análisi de la quinta parte

Se ve que la quinta parte es, básicamente, una crítica a la sociedad española, que Baroja refleja en un pequeño pueblucho. Aunque estuvimos toda la clase deliberando, quedó todo resumido en un esquema:

Esta visión tan triste de España es el punto de vista que tenían los escritores del grupo del 98, siempre tan pesimistas. Personalmente, creo que no veían de verdad lo que ocurría, sino que se cerraban en su tristeza y en su pesar a que las cosas eran terribles, sin intentar solucionar nada.


Con la parte de Alcolea del campo, Baroja nos quiere representar a la España meridional, que se encontraba en una situación de pobreza absoluta en muchas capas de la población.
En el sentido político, había problemas entre carlistas y liberales, que provocaban guerras intermitentes que no hacían más que sofocar la economía, y eso frenaba el avance y el desarrollo del país.

El enfrentamiento entre liberales y conservadores hacía que se tuviera que estar empezando de nuevo contínuamente, ya que cuando subía al poder el partido contrario, destruía todo lo que habían echo lo otros para empezar de nuevo ellos, sin tener tiempo suficiente para solucionar algún problema antes de volver a perder el poder.

Este sin fin de cambios políticos no era una casualidad, ya que el voto estaba manipulado de manera que cada x tiempo cambiara el sistema de gobierno, para que todo el mundo estuviera contento, sin conseguir así nada más que el empobrecimiento del país.

El sistema era un poco feudalista; los ricos enriquecían y explotaban a los pobres, y las mujeres ni si quiera podían votar.

En el libro, Baroja refleja muy bien esa España desordenada, que se ve claramente en el agobio de Andrés, que no puede soportar la perspectiva de que no haya cambios a la vista.
Además, no puede soportar ni la comida, ni el clima, y los dirigentes son tan mediocres que no buscan salidas a los problemas. Todo se rige por la INNACCIÓN. Lo pongo así, en mayúsculas, porque creo que es una palabra que define muy bien la situación de aquel entonces, ya que la gente se quedaba donde estaba, sin buscar soluciones en situaciones difíciles.

Esta innación, ligada con la falta de instinto colectivo y el individualismo de todos los habitantes de Alcolea ayudan a que nada cambie, que todo siga igual de mal, crea una situación de estancamiento permanente del que no se puede (o no se tiene la suficiente voluntad) de salir.

Hay impermeabilidad social, la gente se conforma con la situación. Lo podemos ver claramente en Dorotea, la mujer guapa e inteligente de la casa en la que se encuentra Andrés, que, aunque su marido la trata fatal, nunca se queja, y, aunque Andrés le atrae, no hace nada, y no lo habría echo si no fuese porque él decide que se va a acostar con ella, y luego se arrepiente de lo que ha echo, aunque le haya gustado, porque su educación dice que eso está mal. Y eso lo dice una persona que Andrés considera inteligente, que no hay muchas, así que nos queda bien clara como la mayoría de la población.

Aún así, hay algunos personajes que aparecen durante la quinta parte que no salen tan mal parados, y son los inteligentes, a lo que podemos deducir que lo único que Andrés valora es la inteligencia.

Para concluir, podemos decir que todo es una doble moral, y que con cada pequeño detalle Baroja nos quiere explicar un grave problema social.



martes, 21 de diciembre de 2010

Pequeño resumen de la quinta parte

Aunque parezca increíble, leí la quinta y la sexta parte en la parte trasera de un coche indio, viajando entre Pushkar y Agra (más de 9 horas de viaje) para ver el Taj Mahal. La verdad es que todavía no entiendo como conseguí concentrarme en descifrar las letras negras sobre el papel; la Índia es un caos, y creo que es imposible encontrar más de medio segundo de silencio en ninguna parte que no sea un templo. Los coches no usan el intermitente, y para avisar de sus movimientos, pitan. Hay pitidos de bocina por todos los lados, gente chillando para hacerse oír en medio del tráfico y vacas cruzando la carretera provocando gritos y los chirridos que provocan los coches al frenar. Y aún así, ignoré el caos que nos rodeaba y me sumergí de nuevo en el libro.


Andrés por fin consigue la plaza de médico de pueblo que quería, así que se va a Alcolea del Campo a ejercer su profesión. Allí se instala en una fonda y va a conocer el otro médico, que le advierte de que no piense en ganar dinero porque todos los pacientes ricos los atiende Don Tomás. En la fonda solamente comen carne y no pueden ducharse decentemente, de manera que Andrés pide trasladarse y va a una casa un poco apartada de una familia que se dedica al vino.

El hombre de la casa es un personaje gordo y estúpido que tiene por mujer una hermosa y elegante dama, muy inteligente. Ambos tienen una hija de unos 12 años.

Un día que el otro médico (llamado Sánchez) se ha ausentado para ver una corrida de toros, la hija del molinero se pone enferma y Andrés la visita, viendo el estado crítico en el que se encuentra y decide que debe ser operada de inmediato. Afortunadamente, la operación sale bien, pero Sanchez se enfada porque cree que Andrés pretende robarle clientes.

Preguntando, Andrés se entera de que anteriormente Alcolea no tenía problemas económicos, ya que España hizo un tratado con ellos con el negocio del vino, pero al terminar ese tratado nadie decidió cambiar de cultivo, por lo que empobrecieron debido a la falta de instinto colectivo.

Hay dos posiciones políticas en el pueblo, los conservadores y los liberales (mochuelos y ratones), pero nadie hace nada para arreglar la situación.

Poco a poco, Andrés empieza a odiar Alcolea. Se aburre continuamente, por lo que decide visitar el casino, donde conoce a los dos personajes más relevantes del pueblo para Andrés: un pianista y Don Blas, que es la reencarnación de Don Quijote.

En el pueblo se venden mucho las revistas pornográficas, y Andrés se da cuenta de que en un país donde la sexualidad es abierta y no es tabú, la pornografía está muy mal vista, mientras que en los sitios donde no se puede ni mencionar la palabra "sexo" la lectura más habitual son las revistas pornográficas.

El pueblo empieza a hablar mal de Andrés, de manera que este se gana una mala reputación y se encierra en la casa a leer, pero se amarga y cree que la culpa la tienen los libros filosóficos en los que se pierde, de manera que deja de leerlos e intenta con otra cosa, pero nada le sirve y empieza a caérsele el pelo y padece dolores articulares (ya que es neuro-artírtico) .

Así pues, decide que la única solución a sus problemas es una mujer, pero no hay ninguna que le guste. Decide ponerse a dieta y mejora visiblemente.

Una noche de invierno una mujer cae a la calle y Andrés llega demasiado tarde para salvarla, por lo que muere, aunque sus últimas palabras son el nombre de su marido, por lo que todo el mundo cree que ha sido asesinada.

Los tres médicos hacen la autopsia, y Sánchez apoya la postura popular, aunque en su investigación puramente científica Andrés comprueba que se trata de un suicidio, así que sale en la defensa del víduo. El tercer médico, Don Tomás, no dice nada.

Por culpa de eso, Andrés es odiado por la población de Alcolea y ya nadie le tiene en estima, por lo que decide marchar.

La última noche, aprovechando que el amo de la casa no está, se acuesta con su mujer y duermen juntos toda la noche pero, al despertar y ella darse cuenta de lo que ha pasado, sale corriendo llorando.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Análisis de la cuarta parte

Como siempre, aprovechando cada segundo que tengo libre, empecé a leer la cuarta parte debajo de la mesa de alguna clase del conservatorio, a escondidas, aunque me di cuenta al pasar la página de que mi cerebro no podía comprender el cien por cien de lo que leía, debido a la densidad de las conversaciones que tiene Andrés con su tío Iturrioz en esta parte, y lo dejé para otro momento. Tuve que releer páginas enteras para llegar a entender qué intentaba explicar cada personaje, qué representaba cada uno de ellos, pero no fue hasta la clase del día siguiente que pusimos las cartas sobre la mesa y todo empezó a cobrar sentido, una vez más.

Para que todo esté bien ordenado, he hecho un resumen de cada parte y seguidamente su análisis, pero la cuarta parte es, básicamente, la conversación entre Iturrioz y Andrés, y creo que sería contraproductivo intentar resumirla, así que explicaré solamente qué intenta decir cada personaje en cada momento.

Durante la cuarta parte podemos ver que Andrés tiene un pensamiento más elaborado debido a que ha leído más. Ya no se basa solamente en las teorías de Schopenhauer, sino que también se refugia en Kant, de quién saca sus ideas sobre la vida y la muerte.

Da la sensación de que Andrés está más liado, más confuso. Hoy en día quizás podríamos decir que es depresivo debido a su actitud pesimista y el caos que se ha creado en su mente tratando de encontrar dónde está la justicia. Tiene la necesidad de tenerlo todo bajo control y no tiene capacidad de esperanza. La sensación que se podía entrever en las otras partes de que todo se podía solucionar y que él tenía que hacer alguna cosa para que las cosas cambiasen desaparece y aparece un principio de resignación que se va acentuando por momentos.

Al contrario que su tío, Andrés no tiene sentido práctico, rechaza la acción concreta y, aunque da muchas vueltas sobre como debería ser todo, no piensa en cómo actuar para que todo vaya a mejor. Se vuelve más escéptico y se tortura a sí mismo. Cree que el saber solo le trae desgracias y que, cuanto más conoce, peor está.

Vive una vida muy austera, no necesita grandes cosas. Este es uno de los pocos puntos prácticos de Andrés. No desea nada material que no necesite realmente, como si despreciara el dinero y lo limitara simplemente a una herramienta para la supervivencia.

Iturrioz es el opuesto de su sobrino. Intenta reconducirle hacia una vida más fácil, llevarlo por el sendero práctico. Intenta que lea a los filósofos ingleses, pero Andrés se niega y se convierte en todo un teórico.

Mientras Andrés desea tener todo el saber al mismo tiempo que lo desprecia, Iturrioz intenta ponerle límites a su ansia de conocimiento. Habla de su idea de crear la compañía del hombre, que debería enseñar el valor real de las cosas.

Dice Iturrioz: esta compañía tendría la misión de enseñar el valor, la serenidad, el reposo; de arrancara toda tendencia a la humildad, a la renunciación, a la tristeza, al engaño, a la rapacidad, al sentimentalismo...

Andrés se ríe de él y le dice que le escriba cuando haya fundado esa compañía, ya que él piensa marchar fuera de Madrid, huir de los problemas.

Al final, Baroja hace una suave descripción impresionista que nos deja una sensación muy dulce en el paladar, dejando puntos suspensivos al final que dan esa sensación de eternidad, de que el paisaje es tan extremadamente complejo y digno de admiración que podría llenar páginas y más páginas con impresiones del paisaje, como si el espacio fuese infinito al igual que el tiempo.