Menos mal que con los rifles no se matan las palabras

viernes, 19 de noviembre de 2010

Pequeño resumen de la tercera parte

La tercera parte me fue muy fácil de leer, muy ligera. Abundan los verbos y los sustantivos, de manera que hay más acción y parece más amena. Sin embargo, si empezamos a pensar en el significado del todos los sucesos, la cosa se complica un poco más.

La tercera parte ya no se desarrolla en Madrid, como había pasado hasta ahora. Al ver que el pequeño Luisito escupe sangre, Andrés decide que le conviene un cambio de aires, por lo que Margarita, Don Pedro y Luisito se trasladan a Valencia, en una casita de los primos de su padre situada en un pueblo rodeado de tierra yerma.
Andrés se dirige ahí en cuando acaba el curso, y ve que Luisito ha sufrido una enorme mejora, y Margarita ha embellecido lejos de la ciudad. Podemos ver durante toda su estancia allí que Luisito es un chico activo, con una desbordante imaginación y alegría.
Pero Don Pedro no puede mantener dos casas a la vez con sus ingresos, de manera que los primos de Valencia les invitan a que se muden a vivir con ellos, y aceptan.
Sin embargo, el ambiente que se respira en esa casa habitada por tres solterones y su criada no es, de lejos, tan saludable como el del pequeño pueblecillo. Nadie hace caso de los dictámenes científicos de Andrés, y Luisito cada vez se vuelve más mimado y consentido.
Andrés pasa todo el día dentro de la casa, y no sale nunca. Sube a la azotea a contemplar la ciudad durante la noche, y continúa pensando en sus divagaciones sobre la vida.
Su aburrimiento es tal que empieza a estudiar para el doctorado, y cuando está listo, se dirige a Madrid para examinarse. Ahí lee en el periódico un aplaza de médico rural sustituto en Burgos y se marcha allí, donde hace amistad con el médico del pueblo. Pasa el verano ahí, sumido en una especie de tranquilidad y paz que no había sentido nunca. En estas que llega una carta informándole de la muerte de Luisito en Valencia, pero Andrés no es capaz de sentir el dolor de su perdida porque sólo es capaz de recordarlo sonriendo.

Terminé la tercera parte sin entender muy bien porqué Baroja hacia morir a Luisito, el único que conservaba un poco de alegría y inocencia, pero luego me dí cuenta de que era justamente por eso que debía morir. El mundo hace morir a los débiles que no son suficientemente malos como para engañarse a sí mismos y querer vivir una vida que no es digna de seres buenos.

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