Menos mal que con los rifles no se matan las palabras

sábado, 20 de noviembre de 2010

Zuloaga, el doble de Baroja

Empezamos la clase con un pequeño control de la segunda y la tercera parte del árbol de la ciencia. Me puse muy nerviosa, porque me había centrado en los aspectos más filosóficos y de pensamiento del libro y sin embargo, Mari Carmen nos preguntaba cosas muy concretas. Como soy muy impaciente, ya estaba terminando la cuarta parte, de manera que la segunda y la tercera me quedaban muy lejanas, por que confundí a Venancia, la planchadora, con Virgina, la despiadada comadrona.

Al terminar el control, la profesora nos enseñó imágenes del pintor vasco, en su mayoría retratos y pinturas de personajes para que nos pudiéramos ir haciendo una idea de cómo eran los personajes del libro de Baroja. Me sorprendió enormemente por dos razones, la primera fue su pincelada, su manera de pintar, que me recordó muchísimo a cómo pintaba mi madre hace unos años. La otra, creo que comuna entre la mayoría de los alumnos de la clase, fue por los vestidos de las mujeres de la época. Yo me imaginaba otro tipo de mujeres, con vestidos oscuros y largos, de cintura alta. Con el pelo recogido y la mirada un poco baja, sin el posado altivo de las mujeres de los cuadros de Zuloaga. Vestían con prendas muy coloridas, llevaban el pelo suelto, melena al viento y los ojos pintados con desdén, como si pretendieran atraer todas las miradas.

Carmen Arconada retratada por Zuloaga.

Ignacio Zuloaga nació el 20 de junio de 1870, dos años antes que Baroja en el país vasco, igual que nuestro autor. La verdad es que no tenían en común solamente la fecha y el lugar de nacimiento, sino que se parecían en todo, incluso físicamente. Igual que los libros de Baroja, los cuadros de Zuloaga tenían un gran carisma humano. Pintaba de una forma un poco impresionista: jugaba mucho con la luz para darle a la pintura un aspecto u otro. Usaba, en su mayoría, tones ocres, colores otoñales, que le daban a sus personajes ese aire de las tierras costaneras más cálidas, esa salud que también aprecia Hurtado en Margarita en cuanto la ve después del verano.

En las imágenes que nos pasó, nos enseñó un autorretrato que se hizo de joven, en donde se parece bastante al protagonista de nuestro libro, Andrés Hurtado, a quien Baroja crea a su semejanza. En otro autorretrato de bastantes años más tarde se podía ver también el increíble parecido con Pío Baroja de mayor, aunque no fue eso lo que más impresión me causó, sino el hecho de comprobar que los hombres de aquél entonces tampoco iban vestidos como yo imaginaba.

autorretratod-e-zuloaga1.jpg

Autorretrato de Zuloaga ya mayor, donde podemos apreciar el parecido con Baroja.


Mari Carmen también nos enseñó paisajes pintados por Zuloaga, en los que pudimos ver claramente sus rasgos más definidos que le hacen pertenecer al grupo del 98. Comprobamos que el movimiento no fue sólo literario, que todos los géneros artísticos se influyen unos a otros. Pintaba paisajes castellanos, de la profunda Castilla; campos secos y extensos y pueblos pobres en medio de la nada. Sus cuadros estaban claramente influenciados por la técnica impresionista de los pintores de París, aunque tenía un estilo propio.

Viajó bastante, y vivió en Roma y en París, donde terminó de perfilar su estilo. Vivió en muchas partes de España, pero en la que pasó más tiempo fue en Segovia, ciudad que le inspiró en muchas de sus obras. Baroja también viajó mucho por España y por Europa, y Andrés comparte esa misma afición, aunque debe reprimir sus instintos viajeros por falta de dinero.

Murió en Madrid el 31 de octubre de 1935.


Aquí se puede ver un vídeo con más de sus cuadros.

http://www.youtube.com/watch?v=ZmDsCSsMGvg

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